viernes, 18 de marzo de 2016

CELEBRACIÓN DEL PERDÓN EN RIAZA. VIERNES DE DOLORES 7 TARDE

¿... qué tengo que confesar?


Para descubrir en que aspectos mi vida no va bien y no se corresponde con el amor de Dios, nos puede ayudar lo que se conoce como “examen de conciencia”. El mas antiguo del mundo son los diez mandamientos. Pero se pueden encontrar muchos más, por ejemplo en Internet. Aquí te presentamos un examen de conciencia particularmente sensato, escrito especialmente para jóvenes: 
  • No es pecado disfrutar de las cosas hermosas de la vida, pero si convertirlas en mis dioses y querer conseguirlas a cualquier precio.
  • No es pecado querer ganar mucho dinero, pero si que el bienestar se convierta en todo para mí. Y tener miedo a perder mi vida si comparto y me compadezco de otros.
  • No es pecado reclamar mis derechos, pero si abusar de mis derechos, volverme desconsiderado y duro de corazón o menospreciar los derechos de otros.
  • No es pecado sentir deseos e impulsos sexuales, pero si dejarme dominar por mis instintos o utilizar a otros para satisfacer mis ansias sexuales.
  • No es pecado que haya personas que no me resulten simpáticas, pero si tratarlas como si no fueran, como yo, hijos amados de Dios.
  • No es necesariamente pecado criticar a otras personas, pero si hacerlo de forma irreflexiva o descuidada y con ello desacreditar o herir a otras personas.
  • No es propiamente pecado experimentar en mí la envidia, la ira o la alegría por el mal ajeno, pero si no intentar superar estos sentimientos o dejarme llevar por ellos en mis acciones.
  • No es pecado hablar de otras personas, pero si contar, de forma irreflexiva o malévola, cosas malas de otras personas.
  • No es pecado callar en situaciones de conflicto, pero si callar cuando otros son humillados, calumniados o victimas de mentiras.
  • No es pecado discutir con alguien, pero si buscar camorra, no escuchar a otros, no ocuparme de ellos, negarme a la reconciliación.
  • No es pecado que mi corazón se quede vacío a menudo en la oración, pero sí que no valore el tiempo de oración o ni siquiera me tome la molestia de abrirme a Dios y escuchar su palabra.
  • No es pecado tener a veces dudas de fe, pero si separarme de la comunión de los creyentes, no participar regularmente de la Eucaristía, dar más valor a lo terrenal que a lo espiritual.
  • No es pecado hacer planes para mi vida, pero si no dejar espacio para mi fe en Dios, que no me interese el hecho de que mi vida esta cada día en sus manos.

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